¿Te has preguntado alguna vez por qué algunos de tus tratamientos no dan los resultados esperados, a pesar de tu esfuerzo y dedicación?

Quizás has tenido casos en los que las técnicas que usualmente funcionan pierden efectividad, y los avances con tus pacientes son… mediocres.

La respuesta podría sorprenderte: estás ignorando el sistema más importante del cuerpo humano.

Así es, estamos hablando de la propiocepción. Este sistema es la base de toda la biomecánica corporal y, sin embargo, es comúnmente pasado por alto.

¿Por qué es tan crucial la propiocepción?

Imagina un cuerpo sin información precisa. Nada funcionaría como debería:

  • El tono muscular.
  • La postura.
  • La coordinación motriz.

Todos estos aspectos dependen de una propiocepción óptima. Cuando este sistema se ve alterado, surgen problemas como posturas incorrectas, movimientos ineficientes y, eventualmente, lesiones recurrentes.

El gran error: tratar el cuerpo de manera local

Es habitual enfocarse en músculos, articulaciones o nervios sin tener en cuenta que el cuerpo es un sistema interconectado. Pero hay un error aún mayor: Ignorar la propiocepción global.

Hasta hace poco se creía que la propiocepción residía en ligamentos, tendones y husos musculares. Sin embargo, investigaciones recientes revelan que la clave está en la piel y la fascia superficial.

La ciencia detrás de la propiocepción superficial

Estos datos te harán replantear tu enfoque:

  • El 80% de los receptores nerviosos están en la piel.
  • La piel, por ser poco elástica, transmite de inmediato cualquier cambio de tensión.
  • Las líneas de tensión cutánea, utilizadas por los cirujanos, demuestran su especialización para detectar movimientos.
  • La organización en cuadrantes de la piel permite adaptarse a la movilidad, incluso con su baja elasticidad.

¿Ves la importancia de este tejido que quizás has estado ignorando?

¿Cómo optimizar tus tratamientos?

 

El primer paso es resetear la propiocepción superficial. Esto implica:

  • Garantizar un deslizamiento adecuado de la piel.
  • Eliminar adherencias que alteren la percepción y la tensión corporal.

Causas comunes de las adherencias:

 

  • Falta de movilidad.
  • Malas posturas.
  • Estrés.
  • Problemas nerviosos o viscerales.
  • Puntos gatillo.

Si no corriges estas alteraciones, tus tratamientos solo proporcionarán un alivio temporal. La lesión y la sobrecarga volverán, afectando la calidad de vida de tus pacientes.

Ahora que ya sabes por qué fallan tus tratamientos. Para marcar la diferencia como fisioterapeuta, dominar la propiocepción es clave. Aprende a diagnosticar sus alteraciones y resolver los problemas de tus pacientes desde la raíz con la metodología Richelli’s Fascial Quadrant System (RFQS).