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La semana pasada vimos que la epicondilopatía, como la mayoría de tendinopatías, tenía un origen metabólico asociado a acidosis o síndrome metabólico.

Y una causa de exceso de tensión mecánica fascial proveniente del trapecio, que era uno de los ingredientes principales de la receta para causar el inicio de la patología.

En la epitrocleitis tenemos un mix parecido.

Por una parte, de nuevo aparece el problema metabólico, que debéis consultar con un nutricionista y, por otra, una tensión fascial que proviene esta vez del serrato antero-superior.

 

Si buscas el serrato antero-superior está a la altura del pezón. Justo detrás del borde palpable del pectoral.

Suele ser un punto no más grande que una medalla de atletismo, que duele horrores a la palpación y mucho más que el del lado opuesto.

Como ya comenté en la epicondilopatía, primero hay que hacer el diagnóstico global del cuerpo. Si al final sigue estando activo este punto, tras eliminar el resto de tensiones, lo tratarás y verás el cambio de fuerza y dolor en el codo del paciente, pudiendo incluso ser nulo.

Solo en el caso que, tras tratar todo y en especial el serrato antero-superior, siga doliendo el codo, ahí podrás valorar el antebrazo y al final las partes tendinosas del codo.

No te olvides de pautar el ejercicio solo de las zonas tratadas y no de las afectadas.

 

Ahora que has profundizado en el tema, ¿es la epitrocleitis un problema de codo?